Yamila Greco selecciona poemas de su autoría para acompañar la entrevista con Rolando Revagliatti, publicada en este número de la revista
I
Encontrarme quizás con personas que crean que les hablo bajo los parámetros del mundo cuando yo en verdad estoy hablando el mundo
todos tienen miedo pude comprobarlo aun así me arrastro camino me siento en una mesa donde la única defensa posible son mis ojos
mis ojos están cansados yo estoy cansada y temo estar entre ellos nadie me escucha temo estar entre ellos
yo quise respirar nadie me escucha pero yo quise respirar vi tanto que ahora no puedo vivir nadie me escucha yo vi tanto que ahora no puedo seguir viviendo
ni una persona viva —no estás sola— ésta es mi vergüenza lo que me recuerda aquellos días de verano cuando creí que todo era posible porque alguien existía
pero en mi vida ya no hay más veranos en mi vida ya no hay más vida palabras como amor casita estudiar yamila sol y amigo representan a partir de ahora mi deseo de haber nacido muerta.
*
II
La noche compite con la fuerza de la muerte,
transforma con insistencia los rasgos del alma.
Débil y derrotada como la piedra ante sí misma,
revela desiertos la luz a su figura.
Más allá de estas paredes,
el cielo pertenece a la catástrofe.
*
VI
Jamás el corazón tan apartado de su principio
cierra Dios mis latidos, rodeando los pulmones de verbo oscuro
la luz es una manifestación pendiente
Como un puñal caen los días, manos mediocres,
enloquecidas, cercando la destrucción
Nada es posible, lo sé, desde que me aproximé al Sol
y vi que se había rendido
desconozco ya como explicarlo,
si a mí misma me cuesta asimilar los espejos,
la miseria confesa en la expresión,
mi vida agotada en todos sus extremos
el frío inaudito dentro de este calor sobrehumano,
atormentada por volcar la sangre que me justifique
la esperanza, porque la muerte me señala
y parece acercarse la paz que no obtengo
finalmente, en este mundo, alguien en quien creer
cuando nadie me ayuda a calmar la noche
yo ruego, imploro, que la Tierra diga basta
aún hoy, faltando tan poco, basta.
*
XIII
Yo no canto, no grito,
yo escribo
y qué llamado de auxilio puede ser posible en el silencio
Escribir es el silencio y éste es mi llamado de auxilio
Estoy tirada en un pozo,
el silencio, el auxilio.
Yo tiemblo, como si en esa convulsión,
las rocas cedieran para dejarle paso a la vida.
*
XIX
Ni cielo alguno ni tierra.
Por qué sino las sombras protegen el manto de la vida,
calla su aversión la carne exhausta, el terror que la conforma.
Sucede la luz si las manos resbalan, su tejido y blanca certeza alimenta
su espalda, multiplica su yugo. El corazón no refleja más.
Llamar comprende sobras, polvo de los latidos perdidos,
la esperanza que no persiste ni se contiene.
Luego, vendrá el tiempo, el vacío extendido como un hueso a su llegada,
el día cuando nadie suceda por última vez.
Vendrá la noche, la hora previa al nacimiento, el Padre en todo oculto,
el lenguaje en su error desaparecido.
Otro nombre talla el infierno. La muerte, salvo crearla,
atraviesa el desierto su principio, la cordura su borde.
*
XXXVI
Contrae la muerte su refugio de sombras
reaparece en los signos el horror contrariado,
un devenir fallado, calcado en la memoria.
De por sí, la noche finge porque escolta
el símbolo de un territorio devastado.
Carencia es la mano negando la reacción del espíritu
poblando la Tierra de formas ásperas, impracticables,
como el corazón.
*
XXXIX
Tenebroso y escondido, rechazado por la luz
mi corazón, colmado, asfixia
Nunca fracaso en la vida sino en el cuerpo,
la respiración derrochada, su límite agobiante,
separa el cielo de lo ajeno,
porque la indiferencia aterra y la soledad llama
Caigo, sin embargo, caprichosa y sedienta,
a los pies de un alma que me obliga
pero por más que las imágenes se multipliquen
y el mundo parezca habitado, la existencia, nunca
Dios tampoco, enemigo de todos, también de los muertos
que me esperan para atravesar la noche.
Yamila Greco nació el 29 de agosto de 1979 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Sus poemarios “Sobrevivir es una curvatura” (Casa Litterae Editores) y “Respirar puede ser un fracaso” (con prólogo de Daniel Rojas Pachas, Editorial Cinosargo, 2009) fueron publicados en Chile y en soporte electrónico. Ha sido incluida en las antologías “Niños que se tragan la luna” (selección de José Antonio Castillo Riaño y prólogo de Benjamín Valdivia, El Cálamo Editorial, México, 2009), “Cadáver en mano” (Visceralia Ediciones, Chile) y “Verso a verso” (selección y prólogo de César Melis, Editorial Dunken, 2008). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, inglés y catalán. Para la revista-e mexicana “Círculo de Poesía” efectuó en 2009 la selección de poemas para “Breve muestra de poesía argentina actual”. Además de haber colaborado en numerosas plataformas de Internet, lo hizo en diarios y revistas de soporte papel: “La Gualdra” (suplemento cultural del periódico “La Jornada Zacatecas”), “Casa del Tiempo” (México); “Fanzine Formidable”, “El Invisible Anillo”, “Nayagua”, “Pélago” (España); “Avatares” (Colombia); “Lilith” (Argentina), etc.